El aeropuerto internacional de Hong Kong, uno de los más transitados del mundo, canceló el lunes todos sus vuelos después de que miles de manifestantes acudieran en masa al aeropuerto de la ciudad para protestar y expresar su rechazo a la violencia de las fuerzas de seguridad en medio de una movilización sin precedentes. Los manifestantes se presentaron por primera vez en el aeropuerto el viernes 9 de agosto y las protestas han continuado en el interior del aeropuerto por cuatro días consecutivos.

Las autoridades tomaron la decisión de bloquear el paso a toda persona que no tuviera un pasaje de avión, pero esa medida fue ineficaz y la concentración de manifestantes siguió creciendo. Aunque en algún momento de la tarde se pensó que la policía pudiera actuar en el interior del aeropuerto, esta posibilidad se descartó cuando la multitud comenzó a vaciar el vestíbulo del aeropuerto. Al final de la tarde gran parte de los manifestantes se retiraron por voluntad propia, aunque cientos de personas todavía permanecen en el interior de las terminales.

En respuesta a la manifestación, las autoridades del Aeropuerto Internacional de Hong Kong decidieron cancelar todos los vuelos a partir de las 4 de la tarde de este lunes (hora local). Se prevé que el aeropuerto retome su actividad normal mañana a primera hora de la mañana.

“La facturación para los vuelos de salida ha sido suspendida. A excepción de los vuelos que ya han completado la facturación y las llegadas que ya están en dirección a Hong Kong, todos los demás han sido cancelados para hoy”, se anunció en un comunicado público.

El cierre del aeropuerto de Hong Kong fue anunciado en el momento en el que el gobierno central de China dijo notar “signos de terrorismo” en el movimiento de protesta.

“En los últimos días, los manifestantes radicales de Hong Kong han atacado en repetidas ocasiones a la policía con herramientas muy peligrosas, lo que constituye un crimen violento muy serio y empieza a mostrar señales de terrorismo”, ha dicho el portavoz, Yang Guang.

La anulación de vuelos y los pronunciamientos de China evidencian una nueva escalada en la crisis que empezó a comienzos de junio, la cual significaría la más grave en Hong Kong desde su devolución a Pekín en 1997, con diez fines de semana consecutivos de protestas, muchas de ellas con enfrentamientos violentos entre protestantes y las fuerzas policiales.